El dolor y la creatividad

Dicen que el aburrimiento es una fuente de creatividad máxima. Por eso nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos que nuestra generación de niños no se aburren por estar pegados a series, redes y demás dispositivos. Es como si la creatividad les viniera dada y esa copia adaptada de lo que ven 24 horas si les dejáramos, fuera la nueva creatividad. No lo sé. Porque otros investigadores dicen que todos estos estímulos generan nuevas habilidades y conexiones en el cerebro que les abre a «nosequéotrosmundos» que padres y más mayores, desconocemos. Puede ser. Yo soy más de los últimos. De los que cree que el aburrimiento es muy sano (como decía mi madre), porque sin duda despierta a la propia creatividad para salir de el.

Para un niño (o niño adulto) el aburrimiento es algo que «duele» consciente o inconscientemente. No le gusta en exceso. Y desde esa soledad, crea juegos, personajes, fantasías y mundos imaginarios que un día se convierten en cómics, novelas, o esculturas de valor incalculable. Asi veo yo la relación del dolor con la creatividad. El dolor es un impulso que, desde las entrañas más emocionales, necesita transformarse en algo de mayor valor, o cuanto menos, en una expresión externa que de sentido o significado al estado de vulnerabilidad sombrío desde el que se padece.

Shelley Carson en su (para mí), genial método CREATES descrito en su libro Tu cerebro creativo lo llama «acceder a la actitud cerebral de transformación». Y expone ejemplos muy curiosos de cómo desde las emociones más negativas, incluso desde las neurosis (pero eso es capitulo aparte), podemos encontrarnos con una fuente de creatividad que nos empuje como un trampolín, como describe ella: a crear en primer lugar, un trabajo que sea sinónimo de terapia autoadministrada, o a utilizar en segundo lugar, esas emociones negativas como tema de tu trabajo creativo. Leánse ejemplos como El grito (E. Munch), el famoso poema Cierto Declive de la luz (E. Dickinson), y la Patética (la Sinfonía número 6 en B menor de Tchaikovsky).

Partiendo de mi falta de destrezas manuales, salero e ingenio para las artes, escudriño mi pasado, y siento que realmente lo mio con la escritura y con la generación de proyectos varios, tiene que ver con un poco de ambas: de terapia y de objeto de mis propias iniciativas. Es cierto que desde los estados de felicidad, afectividad plena e incluso la euforia de vivir, la creatividad tambien sale sola y cómo; pero para mí no es menos real que poder dotar de forma, nombre e incluso color a mi dolor, siempre ha formado parte de mi manera inconsciente de salir de el. Sea dolor físico como el actual, o el emocional. Para muestra, este botón.

Aunque el dolor sea algo que espanta a la mayoría de los mortales que huyen de una realidad de la vida tan cotidiana como obvia, y les ayude a mantener un estado permanente de falsa felicidad, el dolor crea lazos e intangibles con uno mismo, y con la sociedad, que te fortalecen para siempre como ser humano. Lo observo en mi trabajo y en la vida de los demás:
– De un dolor de amor, se crean relaciones mas comprometidas.
– De un dolor profesional, se re-crean (y re-inventan) nuevos profesionales.
– De un dolor de amistad, se crean vínculos más auténticos.
– De un dolor de injusticia, se crean proyectos solidarios que nos hacen volver a creer en la humanidad cada día.
– De un dolor espiritual, se crean las oraciones más bellas.
– De un dolor de vida, se crea vida nueva.
– De un dolor de muerte, se crea esperanza.

No se me ocurre ponerlos en la misma balanza, y que vaya esto por delante, que no es menos real, (y aqui sale mi lado mas ácido), que como seres humanos utilizamos tambien nuestro dolor de odio para crear guerras, el dolor de los demás para aprovecharnos de su bondad, y el de los consumidores o ciudadanos para inventar estrategias comerciales o políticas que solo cubran objetivos personales y engorden nuestros egos, y no sociales y colectivos. A veces creamos mas dolor a nuestras familias y al mundo desde nuestro propio dolor, incluso nos auto-destruimos. Pero es el lado más oscuro o más gris de la creatividad. Que para unos es un medio para crear y para otros para destruir (consciente o inconscientemente). Aquí podemos entrar en una argumentación ética y psicológica que a mí, particularmente ahora, no me ayuda nada a superar el dolor. Pero en cualquier caso el dolor casi siempre tiene un origen emocional y mucho de aprendizaje para todos.

El dolor tiene muchos colores en su manifestación externa y esto es una realidad que aunque nos puede entristecer, creo que hay que saber mirarla desde el lado más objetivo. Está claro que estamos permanentemente generando ideas y alternativas para mitigar nuestros dolores y que la creatividad es un recurso tan biológico y único de nuestra condición humana, que necesitamos aprender a vivir con y de ello de la manera mas constructiva posible. Para el futuro de las siguientes generaciones. Se aburran o no.

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