Llevo semanas con unas ganas locas de escribir de nuevo. Pero como todo en esta vida, he decidido elegir otras prioridades, y como soy consciente, lo he llevado mucho mejor. Mis otras prioridades han sido volver a entrar en quirófano a finales de Noviembre, recuperarme, y caer con nuestro ya gran conocido Omicron durante todas las navidades (aunque esto no ha sido una elección :)). Desde entonces y hasta ahora en plenos exámenes he decidido centrarme solo en estudiar lo que he podido, y presentarme por dignidad y por aquello que marca mi mantra…. (y que repite Nadal continuamente y me chifla escuchar una y otra vez)… «solo pienso en seguir y no rendirme».
La realidad es que desde mi ultima intervención hospitalaria la vida me ha dado un vuelco, y me he re-encontrado con una parte de mí que echaba tanto de menos: la vitalidad y la energía física y orgánica que fluye por mis venas. El oxigeno y un chute de sangre nueva que ha hecho reconectar una dimensión mía que estaba agónica, axfisiada y apunto de tirar la toalla una y mil veces. Y desde esa abundancia de vitalidad y fuerza anímica ha empezado a brotar en mí y en mi ecosistema conexiones y re-uniones únicas de esas que salen del corazón. Un corazón que bombea a borbotones ganas y recuperación de vínculos que de una forma causal (que no casual), me llegan de manera natural o sobrenatural.
No sé si será momentáneo. He aprendido a no tener muchas esperanzas de continuidad. Mi amigo trige ya sabéis que cuando resucito se cabrea, pero es algo que siento con mucha más intensidad a nivel interno. Estoy re-conectando con mi trabajo, con oportunidades maravillosas de ayudar y acompañar a personas increíbles. De transformarme a través de lo cotidiano y de la vida de otros que tanto me enseñan con cada posibilidad de crecimiento. Estoy re-conectando con amigos que llevaba meses y meses sin ver. Con la risa sencilla, con la determinación de lo profundo, con la tranquilidad de cada momento desde otro lugar. Desde un lugar de unión conmigo misma. Con esa parte saludable que permanecía abrumada, escondida, llena de dolor, miedo e inseguridad. Hasta vuelvo a cabrearme, eso es que tengo más fuerza de lo normal jajajaja. Pobre del que pille delante…. pero soy más yo y esto me da mucha, pero que mucha alegría.
Hoy además de todo esto, tengo la necesidad de compartir una inmensísima sensación de felicidad. He recibido un audio precioso de una persona muy querida para mí que en estos últimos años de dolor y de aislamiento, por mil y unas razones, o por ninguna importante, nos habíamos alejado demasiado. Ella se ha acercado a mí desde el corazón y con el corazón. Ella es todo corazón en realidad, es una tipa muy muy grande. Pero la verdad es que estos años tan complejos para todos nos han llevado a muchos por caminos absolutamente divergentes, y mi vínculo con ella pensé que se había roto sin posibilidad de reparación. Cuando la vida te vuelve a presentar oportunidades como esta, a mí se me saltan las lagrimas. Ver luz no siempre es tan fácil, sobre todo cuando hay una parte de mí que sigue en tinieblas y que tiene tanto de miedo de dar pasos en falso para no herir a otros, ni para herirme a mí misma más de lo que estoy.
Así que sin más y con tanto, estoy llena de esperanza y de sensación de abundancia emocional de la bonita. Sin exaltaciones abruptas que me conozco, pero con la mirada puesta en lo que vivo cada momento, que es cada día un tesoro. Ahora me parece incluso más brillante. No niego el dolor, no escondo el miedo, pero sí proyecto una mirada más luminosa. No he dejado de tenerla en el horizonte, ni hacia mi interior, ni hacia Dios, pero al sentirme más viva, todo está cobrando más sentido. ¿Será verdad eso de que cuando sueltas peso, tu vida se llena de lo que más necesitas? ……
……..A ver si suelto ya los exámenes de una vez y me lleno de vínculos con el corazón, que me hacen mucha falta.