Muchos meses ya. ¡Muchos!
Con vaivenes, subidas y bajadas. Verano mejor que otros. Pensaba que no, hasta que volví a mi Madrid del alma. Septiembre de morirme de dolor: migrañas, calambres, oscuridad, cuchillos, sin ojo, menopáusica perdida, emocionalmente abatida. Dolor. Mucho dolor.
Mas olvidos. Muchos. Demasiados. No «de la edad». Más allá de la dislexia detectada hace un año en mi habla. Dislexia escrita. Sin memoria ni capacidad para recordar lo más obvio. Terror. Doctor… ¡qué me está pasando?
Consultas con mis médicos MARAVILLOSOS. Chute de vitaminas (prohibidas las hormonas, lo que me faltaba). Paciencia, «aguantaformo». Arranque colegios, universidad, mucho trabajo. Maravilla de nuevas etapas familiares. Yo sigo igual, pero mirando al frente con mi cara sujetada y mi ojo mirando sin querer mirar. Lo que veo para dentro con todos sus limites me angustia y me duele, mi alrededor de vida, me da luz. Poquita, pero me impulsa a no rendirme. Comparto sufrimientos ajenos, conecto con otras realidades. Siempre me ayuda a olvidarme de mi. Un poquito.
Último fin de semana del mes: Emaus. Intensidad emocional superlativa. Explosión de migraña. Y sin embargo, la paz. La claridad. Lo que necesitaba. Espiritual y cognitivamente el impulso y la fuerza. El sentido a mi dolor. La esperanza, el camino. Llega a mis manos de un angel de la guarda un libro («diosidades» que no casualidades), que me da un giro a mi acción, a mi presente, a mi futuro. Recibo junto a ello un milagro de bondad, misericordia, perdón y fortaleza inexplicables pero tangibles y poderosos. ¿Será el Espíritu Santo? ¿La oración? Así volví, así me mantengo.
Con decisión y ganas. Inquieta por salir mejor adelante. Empiezo mi plan de desintoxicación de químicos. A Emaus llegó una «yonkie» del dolor crónico y de los fármacos. Salió un alma dispuesta a combatir el desenganche, la abstinencia y el miedo. Dura, perdura. Pero aquí estoy. Con un ejército nuevo de caminantes detrás junto a mi red de vínculos familiares y de amigos perpetuos que me sostienen, me apoyan, me comprenden y me siguen diciendo «Adelante, no te rindas!».
Sabía que Dios siempre estaba y está siempre conmigo protegiéndome y dándome la mano. Ahora sé que yo estoy más cerca que nunca de El.
¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino?
Esta mañana me he acordado de ti. ¡No te rindas Loreto! ♥️😘
Mil gracias Carmen!! Cuánto me ayuda tu ánimo y tu siempre fortaleza. GRACIAS DE CORAZÓN. Te mando un fortísimo abrazo. Ganas de verte. MUAK
Ganas de verte yo también Loreto!! Mi entras tanto espero que te llegue la energía de un súper abrazo! Y por cierto, que se me olvidó ayer, bienvenida al club de la dislexia! Besooooo!
A pesar de tus sombras, yo sigo viéndote brillar. Tu fe me admira y maravilla. Aqui estoy para seguir tus andanzas y acompañarte siempre querida Thelma.
Si es que la Fe se recibe, soy una afortunada, yo solo trato de cultivarla como sea, que es mi fuente, mi camino, mi destino!!! Me encanta que lo compartamos juntas y que seas mi bastoncillo. Cualquier viaje amiga Louise!!
Como siempre tan fantástica e inspiradora. Claramente Emaus marca un antes y un después. El dolor y “la cruz” se llevan de distinta manera sabiendo que El está ahí apoyando, GAD. No cambies Lola!!!!
Mil gracias Jac. ….En verdad…La cruz se lleva de otra manera, con más alegría, y con un sentido espiritual y de meta final que es lo mejor.
Otra experiencia común en nuestro caminar juntos, ¡’que no pare la maratón! 😉