Hace tiempo que no escribo, porque he estado «hasta arriba» y eso es buena señal, o eso me parece a mí. He vivido una etapa de colores mas grises, más oscuros, más brillantes y otros más vivos. Desde mi última entrada he conseguido trabajar y viajar y hasta quedar con amigas que me han dado un oxigeno color diamante He vivido un tipo de estres que desconocía tras estos años de «parada en boxes». No recordaba lo que era hacer un tipo de vida «normal», casi casi, como antes (ojalá jajaja). Y claro, me he venido arriba en muchas ocasiones y esto me ha generado un dolor multicolor, ambiguo, lleno de mezclas emocionales y matices extraños.
Y sin embargo, en estos pasado días y desde mis raíces y mi Zarauz del alma todo se torna nostálgico y borroso. El entorno de diversión, relajación y libertad que respira toda mi red familiar y de amigos de toda la vida es tan de siempre que yo me siento extraña y mucha veces, ajena, porque no puedo elegir. Porque a pesar de que quiero con locura olvidarme de todo, y salir a cenar más de una noche o tomarme una copa, (o dos), y salir a bailar y tener ese tipo de planes festivos de reírme mucho y hacer el ganso, no puedo. Quiero pero no puedo. Necesito el desahogo, el compartir, el socializar. Divertirme «como antes», «como todos», pero realmente no puedo. ¡Qué tontería, verdad?! Racionalmente lo sé, pero es lo que he hecho toda mi vida y mi «yo anterior» me llama y me grita y me tienta y me dispara derechito al ego emocional. Los recuerdos a veces, son asesinos de esperanza.
Es en verano cuando soy más consciente de que me he vuelto cauta, precavida, y de que vivo con susto en el cuerpo porque realmente sé lo que viene después. Ese dolor indescriptible que nadie entiende, que muchos juzgan y muy pocos conocen. Vuelvo a sentir la incomprensión de los más cercanos, y el abrazo de los lejanos que me enseña tantísimo de la vida. De los roles. De las realidades paralelas de unos y de otros. Y sí, tengo cierta envidia. Estúpida. Pero ahí está flotando por el aire. No me enfado, pero sí me entristezco. Me refugio en mis libros, en mi soledad, en mi oración. La conexión espiritual que tanto me ayuda durante el resto del año, aquí me es mas difícil de cultivar y las conversaciones y ruido externo me molesta y me genera unas interferencias complejas de explicar.
Sé que la comparación es una fuente horrible de sufrimiento. No me comparo con los demás pero sí conmigo misma. Con esa Lo La de hace unos años ligera y divertida que a un bombardeo se apuntaba sin pensar en nada más. Espontánea y sin miedos que de vez en cuando, y más en vacaciones, siento que está más viva que nunca pero a la que ineludiblemente debo poner límites. Así que la realidad delante del espejo me cuenta que NO lo tengo aceptado. Que esta neuralgia es un peñazo muy doloroso con el que convivir y que me siguen faltando miles de recursos cada día para respirar hondo y decir: «Adelante, ¡tu puedes! Es increíble como mis pensamientos pueden llegar a invadirme de tal manera que pierda por completo la perspectiva.
Por eso, y a pesar de todo esto, y mirando atrás, a mis tres últimos años, veo un gran avance. He salido a cenar unas cinco noches, he volado en parapente, (¡qué paz por favor!), he hecho planes muy bonitos con mi maridín y mis hijos y he tenido el sistema nervioso muy preparado para ir varias mañanas a la playita y darme esos baños bajo las olas de mi mar favorito. Realmente no está mal.
Así que sí, a pesar de todo, y siendo realista y mirando la realidad doy gracias por mi evolución de pequeños pasos pero gigantes para mí. Al final hacerse fuerte no se mide en las situaciones más fáciles sino en las más complicadas supongo, que aunque cuestan y me apuñalan de nostalgia, me hacen más humana y más próxima a todas las personas que por una razón o por otra, sufren algún tipo de dolor también en vacaciones y durante todo el año. La pregunta honesta es: «¿quién no?» Las vacaciones están para desconectar o para olvidarse de todo un poco nos cuentan pero …. muchas veces también son un auto-engaño para no hacer frente a lo que realmente vive dentro de uno mismo.
Ser humana en las luces y en las sombras. Eso es vivir. Me doy permiso para llorar y soltar, y patalear si hace falta, pero no para que el dolor me arrastre hacia el abismo. Seguiré aprendiendo día a día venga con el color que venga.
Loreto deslizarse por tus palabras es como nadar en el mejor mar de aguas cristalinas describes con tanta transparencia el dolor unido al amor que aporta mucho para el tránsito por otras emociones que secuestran el alma. Tu valentía y coraje es un antídoto hacia la aceptación que comprendo que ha de ser un escalón difícil de alcanzar en algunos momentos. No obstante la energía de los más cercanos y de los más lejanos estará siempre dando algodones calentitos para que los momentos de calma sean cada vez más y Loreto siga impregnando con esa bella sonrisa cada rincón y experiencia que visite. Eres fuente de amor e inspiración y pido contigo a Dios y el universo que cada día esté más repletito de momentos bálsamo del alma. Gracias Loreto por inspirar a abrazar la vida y un abrazo infinito para la tuyo
Muchísimas gracias Inma – No sabes lo que me reconfortan tus palabras. Te mando un enorme beso!!
¡Ánimo! tú eres luz
Gracias! Qué bonito me parece tener esta red donde espejarme tambien con tu luz y la de otros tantos. Es vital para mí. En breve nos abrazamos mucho. Beso gigante.